Este es mi anecdotario, como el diario de una quinceañera pero sin lágrimas, sin mocos, sin nada girly, y sin el candadito dorado.

¡Ah! Y tampoco escribo diariamente, por si no se han dado cuenta.

El chiste aquí es que se rían de la desgracia ajena (?).

[Si tu nombre aparece en una de mis anécdotas y te molesta, consigue una máquina del tiempo házmelo saber, puede que lo cambie por algo menos obvio.]

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *