Dice la creencia popular que todos recordamos lo que estábamos haciendo el 11 de septiembre de 2001, pero no es mi caso.
Disclaimer: Ésta posiblemente sea la entrada más patética de todo mi blog. Si no estás preparado para leer mi masoquismo y autocompasión, o para escuchar la clase de canciones con las que ambiento la miseria de mis recuerdos, mejor no sigas leyendo.
Hace casi 10 años tuve mi época más miserable, «2005 dolores» fue el nombre del poema que le dediqué a esa mala racha. Pero de la misma forma fue el año en que la conocí.
Ella era la indicada, la última oportunidad que le quedaba a mi humanidad para ser feliz.
La leí, la admiré, la conocí, la amé… y un día sin darme cuenta también la enamoré.
Lo nuestro no comenzó en realidad sino hasta el 11 de diciembre de 2005, aunque habrá quienes digan que jamás comenzó, que en realidad nunca fue. Pero para nosotros dos era real.
Fue tan hermoso empezar el 2006 con el alma completa, un propósito, un futuro decidido.
Sus mensajes eran cada vez más bonitos, las caritas, los colores, todo me transmitía amor verdadero.
Pero fue pasando el tiempo, y la realidad se reía de la promesa que le hice. No contaba con los medios para cumplirla, ni con la valentía para arriesgarlo todo.
Para 2009 tomamos la decisión de ser solo amigos.
En ese momento comenzó mi decadencia como ser humano. Todo se volvió un juego, una mascarada en la que nadie era tan bueno como yo para eso de cubrirse el rostro. Y debo admitir que me gustó la transformación.
Ya nada me afectaba, pero de la misma manera nada me movía.
Nada, excepto los celos.
Ella inició una relación con alguien más, y yo exploté en celos.
Volví a hacer mi lucha, le dije que la amaba, pero a la vez le advertí sobre lo mucho que habían crecido mis demonios internos.
Dejó al otro chico, probablemente nunca habrá alguien más empeñado que él en hacerla feliz, pero me prefirió a mí.
En 2012 renové mi promesa con ella, solo estaba esperando tener derecho a vacaciones y lo primero que haría sería ir corriendo a su lado.
Pero el plan se vino atrás, me llegó una mejor oferta de trabajo que acabé aceptando, y con ello de nuevo había que esperar para poder tomar vacaciones.
Luego, ahogado en deudas, seguí postergando la promesa.
En 2013 nuestras discusiones iban en aumento. Ella quería de vuelta a la persona de la que se enamoró. Pero esa persona ya no existía.
Un fatídico 31 de marzo de 2014, me dijo que necesitábamos hablar. Hablamos. Pasadas las 11 de la noche me dijo adiós, con una voz que sigue resonando en lo que queda de mi alma.
No entendía lo que estaba pasando. No daba crédito a lo que escuchaba.
Debía ser una broma, ya saben, April’s Fool…
En Chile ya era 1ero de abril, era el día en que los panes para hot dog de mi despensa habrían de caducar, el día en que perdí toda esperanza de ser feliz.
Pero al menos ella está libre de mis demonios.