Poké y yo sobrevivimos a mi estupidez.
Esa misma semana volvió Toño, y ese par de pulmones extra hicieron aún más evidente que necesitaríamos el aire acondicionado, así que un par de días después, con ayuda de mucho cartón y cinta adhesiva, ya teníamos el aire acondicionado funcionando en un lugar más prudente (el ventanal que daba al balcón).
Nuestra calidad de vida iba a mejorar muchísimo, pues podríamos tener el aire acondicionado todo el día sin preocuparnos del recibo de luz, cosa que ya nos había dejado bastante asustados por los gastos excesivos de la casa anterior… hasta que un día, sin saberlo provocamos un apagón.
Al parecer la instalación eléctrica de nuestro cuarto no estaba preparada para tener televisión, refrigerador, aire acondicionado y una parrilla eléctrica funcionando al mismo tiempo; y como la arrendadora nos había indicado que ante cualquier suceso podíamos acudir a las cajeras del restaurante, eso hicimos.
La primera vez todo transcurrió con normalidad, pero en una segunda ocasión Poké bajó y se portó un tanto grosero con la pobre cajera, lo que seguramente habría derivado en una pésima relación de ahí en adelante si nos hubiésemos quedado el suficiente tiempo.
La arrendadora se enteró de todos los aparatos que teníamos conectados, y nos mandó a decir que no podíamos seguir con el aire acondicionado, insinuando también que también deberíamos prescindir del resto de los aparatos.
Fue la suma de todo esto lo que me hizo salir con Toño a buscar otro lugar, para después regresar con la arrendadora con la intención de decirle que si ambas partes no estábamos de acuerdo por cuestiones que no venían estipuladas en el contrato (refiriéndome a los aparatos) que mejor lo canceláramos y nos devolviera el dinero.
Dimos la vuelta nuevamente por los alrededores de la universidad, primero a algunas calles de distancia y luego prácticamente pegados a la barda que delimitaba el territorio de la escuela.
Fue ahí, a un lado de la ferretería, que vimos a uno de los amigos de Toño platicando con otro chavo, un tal Frank.
Fuimos a saludarlos, para toparnos con la ~afortunada~ coincidencia de que el roomie de Frank acababa de dejarlo. Hablamos con él sobre la posibilidad de que Toño, Poké y yo rentáramos junto con él los dos cuartos, a lo que él accedió.
Volvimos para darle la noticia a Poké, nos comunicamos nuevamente con Pablo para esta nueva mudanza de emergencia, y ya todo estaba listo para hablar con la dueña del cuchitril.
La señora fue bastante accesible, no solo nos iba a devolver el depósito sino también la parte proporcional del mes que ya no estaríamos ahí. La primera parte nos la iba a dar cuando le entregásemos las llaves y el departamento en las mismas condiciones que lo habíamos recibido, y el resto hasta que diéramos de baja el servicio de teléfono.
Esta mudanza fue mucho más sencilla que la anterior, pues en vez de tener a la gravedad en nuestra contra, esta vez nos ayudaba con el espantoso refrigerador. Dejamos todas las cosas en la entrada y regresamos al cuchitril para limpiarlo y entregar las llaves.
Limpiamos tan bien como pudimos, en otras palabras no muy bien, pero después de un rato ya teníamos de vuelta parte del dinero.
Sin embargo, de regreso a nuestra nueva «casa» nos encontramos con la horrible sorpresa de que la computadora de Poké tenía la pantalla rota.
Tenía algo de sentido lo ocurrido: Poké dejó su laptop nueva en una mochila vieja, y esa mochila estaba en el suelo junto con tantas otras cosas que dejamos en la entrada y obstruían el paso de manera evidente. No fue muy difícil imaginar que Frank, al ver la barricada en que se había convertido nuestra mudanza, se abrió paso entre y encima de nuestras cosas sin advertir que la mochila que había pisado contenía algo que no soportaría su peso.
Nos instalamos y rápidamente repartimos los cuartos: Poké se negaba rotundamente a dormir en el mismo cuarto que un completo desconocido cuya única participación en su vida había sido la de pisar su laptop, así que Toño se ofreció a compartir el cuarto con Frank.
Ya no supe si Poké habló con Frank respecto a la pantalla rota, pero lo hecho hecho estaba, y en una situación como la nuestra no había recursos para una pantalla nueva. Tardó algo de tiempo en mejorar el ánimo de Poké, pero ya estaba por iniciar el semestre, lo que por lo menos lo mantendría ocupado.
Ya de vuelta a clases, este nuevo hogar no tardó mucho en ganarse el nombre de «pocilga» (6), e incluso nuestros amigos que habían soportado convivir en el desorden del cubil, y algunos que hasta nos visitaban en el estrecho espacio del cuchitril, preferían no poner ni un pie dentro de la dichosa pocilga, por lo que todas nuestras reuniones de ahí en adelante fueron en el pequeño triángulo de hierba frente a la entrada.
Con frecuencia nos quejábamos de Frank (en especial Toño), y Frank también se quejaba de nosotros en ocasiones.
No importa cuánto me esfuerce en hacer memoria, no recuerdo peor roomie que Frank ni peor departamento que la pocilga. Ésta era la primera vez que realmente quería que mi próxima mudanza fuera lo más pronto posible.
Continuará…
Spoiler: Frank Dies.
Tardaste un año en publicar algo en tu blog????
Aplaudo la forma en que la cohesión de los posts te hace sentir que sólo pasaron un par de días, pero me mataron de risa las fechas.
Saludos amigo, espero leer tu próximo post antes de cumplir los 30 xDDD