Otra vez se me veía rondando por las colonias cercanas a la universidad en busca de una casa, aunque esta vez solamente iba acompañado por Toño.
Ninguno de los dos era muy de fiar para esos asuntos. Ambos podríamos ver mil y un casas, y anotar los datos de todas ellas, pero a la hora de tomar el teléfono y marcar para pedir informes… bueno, estaba claro que ninguno de los dos lo haría.
Al final dimos con un anuncio de «se renta» que no incluía teléfono, de alguna manera el «informes aquí» nos parecía menor reto que marcar un número y hablar con alguien cuyo rostro no podríamos adivinar.
Entramos al negocio en el que habían colocado el letrero, era un restaurante/taquería llamado «Adan y Charito» y pedimos informes con la cajera. Tenían disponibles un departamento de $1’500 y otro más chico por $1’000, ambos con agua, luz y gas incluídos y con el típico contrato forzoso a un año. Luego la cajera le hizo una seña al taquero, todavía eran horas de ocio para alguien que se dedica a tirar rebanaditas de un trompo con carne, así que él nos llevó a ver los departamentos. Habría sido imposible meter a Poké, a Toño y a mí en ese diminuto espacio, así que ni siquiera contemplamos la posibilidad.
Nos dirigimos hacia el otro departamento, y el taquero abrió la puerta mientras nos iba contando sobre las miles (?) de ventajas de mudarnos ahí: no tendríamos que preocuparnos del medidor de luz, no habría problema de que metiéramos gente
Sería un reto en cuanto a administración de espacio tomando en cuenta todas las cosas que acumulamos durante nuestra estancia en el cubil, pero eso solo haría que el nombre de «cuchitril» le quedara mejor.
Quedamos de volver un par de días después en un horario en el que la encargada del establecimiento (y de los departamentos) estuviera presente para que firmáramos el contrato. Era un hecho, queríamos ese pequeño departamento; o mejor dicho, no queríamos seguir buscando y seguramente tampoco encontraríamos una mejor oferta.
Volvimos y nos encontramos con una señora bastante amable y accesible, que nos quiso explicar cada detalle del convenio, del departamento, y hasta de la vida misma antes de que pusiéramos la punta del bolígrafo sobre el contrato. Asentimos a cada palabra suya. Al final Toño firmó, entre ambos pagamos el depósito y el mes correspondiente, y nos entregaron las llaves. Las estrenamos y abrimos la puerta de lo que a partir de ahí se conocería como «el cuchitril» (5).
A pesar de que el cubil solo estaba a unas 6 u 8 cuadras, teníamos suficientes cosas para ameritar una mudanza «asistida», empezando por el refrigerador. Igual que López Dóriga, yo «no sabía a quién recurrir», al grado de que incluso les pedí ayuda a mis no tan queridos familiares de Veracruz, quienes no dudaron en darme el avionazo y jamás aparecer. Finalmente quien nos ayudó fue nuestro amigo Pablo.
Al llegar en la camioneta de Pablo, y conforme íbamos subiendo al departamento cada cosa, las miradas escépticas de los taqueros y meseros del restaurante se hacían cada vez más obvias.
«¡¿Tanta pendejada y encima tres vatos pretenden vivir ahí?!» era lo que transmitían todos esos ojos.
Lo más crítico fue la subida del refrigerador por esas endemoniadas escaleras (aunque eso ocurrió algunos días después), la crónica de esa hazaña bien valdría su propio post, si fuera yo lo suficientemente masoquista como para querer revivir esos detalles. (Traducción: solo supongan que nos costó muchísimo trabajo, gracias por su comprensión.)
El cambio de domicilio para nuestra línea telefónica también tuvo su chiste, un par de vueltas a las oficinas de Teléfonos de México y luego mucha paciencia.
Toño tuvo que irse a su pueblo unos días, y casi de inmediato llegó Poké. Los primeros días me resultó graciosa la poca noción que tenía él de cómo vivir por su cuenta, aunque otras veces era todo menos gracioso.
Poké no estaba acostumbrado al calor de Veracruz, y al parecer el cuchitril era todavía más caluroso que el cubil. Milagrosamente mi amiga Crystal consiguió una oferta de un aire acondicionado, y decidimos aprovecharla.
¿Les he contado que tengo problemas para distinguir magnitudes de calor? Es decir, cualquier temperatura por arriba de la corporal es «calor» y por debajo es «frío», pero difícilmente ubico qué tan frío o caliente está el ambiente hasta que veo el vapor emanando de mi boca o el sudor de mis poros.
Se me hizo fácil, «un refrigerador enfría más por dentro de lo que calienta por detrás», así que pensé que el mismo principio aplicaría al aire acondicionado. Ese error lo pagué con un atroz salpullido. Y Poké, aunque su único error fue dejarme hacer esa estupidez, también lo pagó caro.
Continuará…
I lol’d at: “un refrigerador enfría más por dentro de lo que calienta por detrás”
recuerdo haber ido a ese sauna
Te faltó mencionar que ese PINCHI REFRI estuvo como 2 semanas junto al taquero en lo que conseguías personas que te ayudarn a subirlo, dio muchos lulz pasar por una taquería con un refri viejo en la banqueta.